Europa debe recuperar su competitividad económica
La Illa da Toxa, en Galicia, acogió del 2 al 4 de octubre la séptima edición del Foro La Toja-Vínculo Atlántico, celebrado a un mes de que se cumpla el primer aniversario del segundo mandato de Donald Trump al frente de Estados Unidos y con la inauguración a cargo del rey Felipe VI.
Desde su creación, el Foro ha defendido los valores de las democracias liberales y un orden internacional basado en la solidez del vínculo atlántico, la cooperación multilateral, la resolución negociada de conflictos y el libre comercio como motor de desarrollo y prosperidad. “Seguimos creyendo en esos principios que han facilitado un largo periodo de paz y progreso social en todo el mundo. Hoy esa apuesta exige aún mayor compromiso en la defensa de esos valores y un mejor entendimiento de las circunstancias actuales”, subrayaron los organizadores.
El segundo mandato de Trump ha marcado un giro disruptivo que, aunque esperado por algunos, ha sorprendido por su rapidez e intensidad, tal y como señalan desde el Foro: “Del optimismo inicial se pasó pronto a la sorpresa por el tono de la nueva presidencia, a la inquietud por sus primeras decisiones y finalmente al convencimiento de que el orden internacional ha entrado en una etapa marcada por la incertidumbre en las relaciones trasatlánticas”.![]()
En este contexto, las propuestas para resolver conflictos como los de Ucrania y Gaza “no han dado paso a un mundo más seguro, sino a uno más incierto”, donde se normalizan prácticas como los desplazamientos masivos de civiles o la prevalencia del derecho de conquista frente a la legalidad internacional. “Si en su día Estados Unidos fue el gran inspirador del orden liberal, hoy parece abanderar una redefinición basada en áreas de influencia más que en la cooperación”, añaden.
El papel de la UE
Europa es uno de los actores más impactados por este nuevo escenario, lo que según el Foro le obliga a asumir con urgencia su propia defensa. En este caso, su reto ahora pasa por diseñar los instrumentos adecuados para un rearme eficiente, aprendiendo de la experiencia de Ucrania como campo de prueba.
A la incertidumbre política y estratégica se suman los efectos económicos de la guerra arancelaria impulsada por la administración estadounidense, que amenaza con frenar el crecimiento y generar inflación en un contexto de cadenas de valor cada vez más diversificadas, lo que podría abocar a una nueva recesión global.
Este panorama coincide con el debate interno de Europa sobre cómo recuperar competitividad económica. La UE ya había comenzado a reordenar sus prioridades frente a Estados Unidos y China, pero las políticas de Trump no han hecho sino acelerar un proceso que se percibe hoy más urgente que nunca.





